La primera sesión del grupo 1 con la
profesora Luz Valencia ha sido un buen complemento a la sesión introductoria que
tuvimos con la profesora Ana Fontenla. Comenzamos por una reflexión muy
pertinente para nosotras/os como futuros docentes sobre las tres competencias o
saberes que debemos reunir para ser
profesoras/es competentes:
· saber teórico (saber)
· saber práctico (saber hacer)
· saber emocional (saber ser)
En la sencillez de estos tres saberes y en su aleación reside la complejidad de ser docente, pues puede no
resultar difícil reunirlos por separado, o incluso por parejas, pero la
experiencia nos demuestra que no es tan común como nos gustaría que los
docentes reúnan este trío áureo. Así,
nos encontramos a menudo con docentes con buen saber teórico y práctico, pero
con un pobre saber emocional. O con un saber emocional y práctico importante,
pero con escaso saber teórico. Las combinaciones pueden ser diversas, pero en
todo caso, la reflexión que me evoca pensar en estos tres saberes es que
debemos procurar autoevaluarnos y
conocer cuál de ellos necesitamos trabajar
y desarrollar, tanto en nuestro propio beneficio como en el de nuestro
alumnado.
Esto me lleva a la segunda reflexión a la que llegué al término de esta primera sesión
con Luz, que tiene que ver con las siete competencias clave. Tras ir desgranando
con múltiples ejemplos prácticos la manera en la que podemos incorporar estas
competencias clave a nuestra docencia, llegué a la conclusión de que existe una
relación directa muy importante entre los tres saberes del profesorado y su
capacidad para incorporar de manera efectiva las siete competencias clave a su
docencia. Y, en particular, me resulta particularmente llamativa la
necesidad de poner el foco de atención sobre el saber emocional, especialmente en un contexto de educación
secundaria donde nuestro cuórum está
compuesto por mentes en desarrollo, personalidades en formación y seres muy
sensibles a lo que proyectamos como docentes y referentes adultos.
La formación permanente del profesorado es esencial. Fuente: Pexels.com |
No cabe duda de que, en tanto que agentes educativos, tenemos una responsabilidad de carácter laboral a
la hora de cumplir con el currículum, contenedor de estas competencias clave.
Mas cuando hablamos de competencias como la como de Aprender a aprender (CAA),
las Competencias sociales y cívicas (CSC), la del Sentido de iniciativa y
espíritu emprendedor (SIEE) o la de Conciencia y expresiones culturales, esta responsabilidad trasciende lo meramente curricular y
exige de nosotros formación, asimilación y compromiso expreso con
el trabajo de determinados valores, y la aplicación de determinadas perspectivas transversales, como la
perspectiva de derechos humanos o la perspectiva de género.
Quiero hacer hincapié en la necesidad de formación seria y sólida en el saber
emocional, en general, y en las perspectivas de derechos humanos y género, en
particular, puesto que son cuestiones a las que muchas personas dedican su vida
y trayectoria profesional, y que no consisten simplemente en proponer un debate
sobre algún tema polémico en clase, sin más. Informarse y formarse es esencial
para cortar de raíz la perpetuación
de determinadas conductas nocivas y para empoderar
al alumnado para que pueda producirse un cambio de paradigma. De hecho, la introducción del conflicto en el aula
puede tener un resultado contraproducente si no sabe manejarse adecuadamente
por la figura del moderador/a, quien
en el ámbito educativo debe actuar también como fuente de información experta que pueda transmitir y explicar con
solvencia y claridad los valores que han motivado la reflexión sobre ese
conflicto. En este sentido, debo confesar que me llama poderosamente la atención que en este mismo Máster de profesorado,
donde se está formando a una promoción de aspirantes a docentes de secundaria, no exista ningún módulo que trabaje de
forma explícita, por ejemplo, la
perspectiva de género y la violencia de género, o el acoso escolar. No es
posible que vayamos a realizar una correcta incorporación de las competencias
clave a nuestra docencia sin formación específica en estas cuestiones, pues lo
más probable es que caigamos en discursos
vacíos o argumentos superados
que no ayuden realmente a dotar a nuestro alumnado de las herramientas necesarias para prevenir
y enfrentar estos problemas, de una
incidencia sumamente alarmante en nuestra sociedad.
Por ello, creo que para garantizar una
correcta y efectiva incorporación de las competencias clave en el aula, los y
las docentes debemos formarnos y reciclarnos de manera continua en las propias
competencias y en los contenidos que vamos a trabajar con ellas. Solo así será
nuestra labor realmente efectiva y no contraproducente.
Unha corrección, eu son Luz VALENCIA:
ResponderEliminarComo me gusta o concepto do Trío Áureo, desde logo é a situación ideal.A túa reflexión, moi profunda e obviamente baseada nunha bagaxe cultural e de experiencias, pon o dedo na chaga no que eu considero é o problema máis básico do profesorado, a falla dunha formación inicial e continuada de calidade. Casi sempre recae en nós mesmas esa responsabildade. Afortunadamente, hoxendía temos moitos recursos para acadala, pero casi sempre no noso tempo libre.
Grazas polo teu comentario, Luz. Estou de acordo e engadiría que tamén sería necesario modificar as probas de acceso á función docente, de tal modo que avaliasen de xeito efectivo eses tres saberes de xeito proporcionado. Seguiremos traballando.
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