La segunda sesión con la profesora Ana Fontenla versó sobre las diferentes maneras que tenemos de plantear el trabajo en el aula. El primer aspecto que tratamos fue la
superación de la tradicional división del trabajo en lengua extranjera en las
cuatro destrezas clásicas (
reading, writing, speaking and listening) a favor de otras formas de concebir su agrupación, como el hecho de plantear actividades de
producción (oral y escrita) y de
comprensión (oral y escrita). Esto permite ampliar la riqueza y graduar la dificultad de las actividades, a la vez que favorece la huída de patrones reiterativos de enseñanza/aprendizaje que se reproducen a lo largo de unidades didácticas que solamente cambian la temática.
A este respecto, debo decir que es importante tener en cuenta otro factor a la hora de plantear las actividades, que es
el carácter individual, interactivo o grupal de las mismas. Me parece que esto es fundamental por varios motivos, pero el más importante es el hecho de que algunas destrezas o habilidades (como la comprensión escrita, o
reading) son actividades que deben necesariamente realizarse de forma individual para que tengan el resultado cognitivo de aprendizaje deseado. A veces caemos en la tentación de plantear sesiones muy interactivas en la que, bajo una apariencia de trabajo colaborativo, la participación se plantea únicamente desde una perspectiva grupal. Esto no puede hacernos olvidar que el proceso de aprendizaje, aunque se ve beneficiado en gran medida por estas actividades grupales donde se trabajan muchas competencias a la vez, es individual, y por ello debemos procurar prestar la debida
atención y seguimiento al progreso individual como docentes.
 |
Las diferencias no son el problema. Fuente: Pexels.com |
Lo anterior tiene también que ver con la
atención a la diversidad, de la que también tuvimos ocasión de hablar en clase. Cada alumna/o, por los motivos que sean (y no necesariamente vinculados a una discapacidad o dificultad de aprendizaje específica), suele tener un ritmo de aprendizaje diferente, o puede experimentar mayores dificultades a la hora de realizar determinadas tareas. Me parece fundamental que tengamos esto siempre presente en el aula para poder cumplir con nuestro objetivo de manera equilibrada, ofreciendo a todos los alumnos la oportunidad de adquirir habilidades y contenidos. Uno de los instrumentos que creo que nos puede ayudar mucho es la utilización de
evaluaciones diagnósticas y/o formativas, que deben estar contempladas en nuestra programación de curso, sin perjuicio de que podamos añadir más de manera espontánea. Asimismo, creo que también es de interés darles la oportunidad de
compartir las estrategias de aprendizaje en clase, donde unas y otras expliquen cómo han solucionado la actividad, pues esto también ayuda a compensar las diferencias en el aprendizaje. También me pareció muy interesante la propuesta de Ana de plantear
dos formas, o más, de completar una actividad, y que sea el
propio alumnado el que opte por una vía u otra. Sin embargo, creo que para que esto cumpla con su objetivo de neutralizar las posibles diferencias y ritmos de aprendizaje, es necesario que el docente conozca bien el aula y sepa discernir entre quienes realmente necesitan esa micro-adaptación curricular y quienes no se sienten motivados y prefieren optar por la opción más sencilla.
Creo que la mejor forma de integrar todos los aspectos anteriores al aula es
conseguir que el alumnado vea y sienta la conexión entre todos los contenidos del curso, es decir, que puedan sentir que su esfuerzo de hoy tiene resultados mañana, y que lo que dejan de hacer hoy les va a resultar más difícil en el futuro. Ese es el objetivo de una
evaluación continua y, en ese sentido, creo que plantear el
trabajo por tareas y proyectos es una de las mejores maneras de crear ese compromiso y fidelidad de las/os estudiantes para con nuestra asignatura.
 |
Compartir y sumar en el aula. Fuente: Pixabay.com |
Pero además, creo que debemos saber ofrecerles proyectos, tareas y/o retos que, amén de resultarles puntualmente atractivos por su temática,
les hagan sentir que les están aportando algo como personas. A este respecto, quizás por mi deformación de periodista, creo que
conectar nuestras propuestas con hechos noticiosos que puedan conocer o con los que puedan estar más o menos en contacto, es una forma eficaz para motivarles y les aporta también elementos para formar su
pensamiento crítico. Reflexionar sobre hechos sorprendentes, polémicos o traumáticos que le sean conocidos puede ayudarles a
estar informados, formarse su propia opinión y a
sentirse como sujetos activos, en una sociedad (o microsociedad del aula) donde su contribución es escuchada y estimada.
Estoy de acuerdo contigo, pero ojo con la sobreexposición a hechos traumáticos, no vayas a tener un problema con las familias.No olvides que son niños, no adultos.
ResponderEliminarSí, tienes razón, Ana. Con hemos traumáticos me refería a cosas de las que no podamos escapar (se me ocurre el accidente del Alvia, el ataque terrorista en Barcelona, etc.); cuestiones que están en el entorno y que muchas veces no reciben la debida atención por nuestra parte como agentes educativos. En este caso, creo que es positivo darles la oportunidad de expresar lo que sienten/piensan al respecto, y explicarles que es normal sentir miedo, rabia, impotencia. En ningún caso estaba pensando en exponerles de manera espontánea a cuestiones tan difíciles, pero entiendo perfectamente a qué te refieres. Muchas gracias.
Eliminar