sábado, 3 de febrero de 2018

Tercera sesión con Ana Fontenla


La tercera sesión con la profesora Ana Fontenla se articuló sobre dos ejes diferentes pero complementarios. En la primera parte de la clase, tras realizar dos actividades de warm-up (Guess who you are & Explain the embarrassing situation) revisamos algunos de los principios educativos que inspiran a tres grandes referencias actuales de la docencia: César Bona, el profesor de primaria finalista del Global Teacher Prize, Ángel Carracedo, catedrático de Medicina Legal y experto genetista forense, y David Calle, creador y docente del canal de Youtube y plataforma Unicoos.

Hubo una cuestión que me interesó en especial. Los tres expertos coinciden en que uno de nuestros deberes esenciales como docentes es educar a nuestras alumnas/os en el respeto, la empatía y los valores. Esto es algo que a menudo damos por sentado, pero tanto la recomendación de estos (y otros) expertos, como la configuración del sistema educativo actual, donde  se sigue fomentando un modelo enciclopedista en lugar de modelos como el socioconstructivista, parece demostrar que estamos lejos de hacerlo de manera satisfactoria. Pero, ¿por qué debemos educar en el respeto, la empatía y los valores?

Esta pregunta debe llevarnos al origen mismo de la función de la escuela, en tanto que institución educativa. Tras haber sido usuaria del sistema educativo público durante muchos años (educación primaria, E.S.O., Bachillerato, estudios de Licenciatura, estudios de Máster y estudios de Doctorado), he comprendido que acudimos a las escuelas para adquirir las herramientas que nos permiten vivir en sociedad. En los años de la escolarización obligatoria, esas herramientas deben tener relación con el ejercicio de una ciudadanía libre, cívica y activa, que comprende habilidades (valores democráticos, derechos humanos, relaciones sociales, comunicación, gestión y solución del conflicto, empatía, solidaridad, espíritu crítico, respeto e inclusión, ecología, feminismo, etc.) y conocimientos (historia, arte, lenguas, culturas, ciencia, tecnología, etc.). En los años posteriores de educación no obligatoria, el propósito es manejar con mayor destreza esas herramientas, y añadir aquellas que nos permitan ejercer una profesión en un contexto social determinado. Pero el denominador común de todas estas herramientas que la escuela debe proporcionarnos y enseñarnos a utilizar es, precisamente, la voluntad de hacernos personas libres, cívicas y activas. ¿Por qué, entonces, no centramos la formación del profesorado en estas cuestiones, ni ajustamos el sistema educativo a estas exigencias? A mi entender, el escritor y humanista José Luis Sampedro lo explica bastante bien:



Sampedro, tras denunciar el hecho de que quienes ostentan el poder no tienen interés alguno en promover el sentido crítico como el resultado principal e imprescindible de la labor educativa, apunta a algo que, como periodista, veo de forma muy evidente, pero que no suele relacionarse de manera explícita con la educación. Sampedro sí une esta falta de espíritu crítico con la posterior ausencia de opinión pública efectiva y real. Para ello hay que entender que la función de los medios de comunicación, en tanto que cuarto poder, es la de proporcionar información veraz y de interés público para nutrir a la opinión pública, de modo que pueda tomar decisiones informadas a través de los instrumentos democráticos. Pero cuando se produce la doble contradicción en la que, por un lado, los sujetos de la opinión pública (ciudadanía) no tienen los instrumentos para poder ejercerla libremente (porque la Educación no enseña en el espíritu crítico), y, por otro lado, los medios de comunicación no están al servicio de la ciudadanía, sino de intereses político-económicos, el sistema se colapsa y los ciudadanos perdemos nuestra libertad y nuestra autonomía como sociedad.

A este respecto, debemos hablar explícitamente de la alfabetización mediática (media literacy) como un elemento esencial que debe incorporarse al currículum, para hacer a nuestro alumnado capaz de "consumir" adecuadamente el contenido y la información viralizada que le llega por tantos canales. No quiero extenderme sobre esta cuestión que tanto me interesa porque no es el propósito de esta entrada, pero dejaré este vídeo como muestra de cómo la alfabetización mediática nos puede ayudar como docentes a crear mentes críticas, en un mundo dominado por los medios de comunicación masivos y por las redes sociales:



Siguiendo con la reflexión sobre la función que debe cumplir la escuela en la vida de nuestro alumnado, merece la pena escuchar las reflexiones de Noam Chomsky sobre el propósito de la educación, donde menciona que con frecuencia hemos entendido la educación como una herramienta de homogeneización de la sociedad:




Sin embargo, la educación en valores, respeto y empatía en ningún caso debe confundirse con la estandarización de las opiniones y los discursos. En todo caso, esta educación nos permite precisamente huir de la homogeneización pero en un marco de convivencia, solidaridad y respeto mutuos, donde lo único que debe ser homogéneo es el respeto por los derechos humanos.

Por tanto, lo que decían César Bona, Ángel Carracedo y David Calle tiene una trascendencia mucho mayor de lo que podía parecer a priori. Se trata de hacer de la escuela un lugar de florecimiento, una fuente de estimulación, un entorno de creatividad donde podemos ser muy innovadores si reordenamos nuestras prioridades docentes y las alineamos con el propósito real de la Educación. Y en mi humilde opinión, creo que la enseñanza de lenguas extranjeras nos proporciona un contexto privilegiado para integrar estas cuestiones con el desarrollo de la competencia comunicativa.

Por último, y para cerrar esta reflexión sobre la tercera sesión con Ana, creo que un ejemplo de lo importante que es reflexionar acerca de para qué hacemos lo que hacemos, es el ejercicio que realizamos en clase en el que teníamos que replantear las actividades de un libro de texto de inglés de 3º de la E.S.O. (Way to English, p.66) aplicando el enfoque comunicativo. A pesar de contar con un tema blanco que nos daba mucho juego (food), las cuatro integrantes de nuestro grupo tuvimos muchas dificultades para llegar a un consenso acerca de cómo y por qué replantear las actividades que nos habían tocado. En parte, creo que se debió a que, queriendo huir de las rutinas que tenemos adquiridas, teníamos criterios diferentes a la hora de considerar cuál era el objetivo educativo que queríamos trabajar. Esto no es necesariamente negativo, pero refuerza la idea que mantengo de que cuanto mayor sea nuestra formación, mejores decisiones podremos hacer como docentes, tal y como ya comenté en la entrada anterior sobre la primera sesión con Luz.


1 comentario:

  1. Efectivamente nuestra materia es perfecta para que, sirviendo de vehículo para la comunicación, se puedan enseñar todos aquellos valores necesarios en la formación de una persona. Como decía Sampedro:" Hay que educar para pensar, sin embargo nos educan para ser súbditos"

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